Los músicos en terapia intensiva
Se me ocurrió, a riesgo personal, escribir estas palabras como una suerte de síntesis de tantas conversaciones con colegas, alumnos, bandas, etc., y por supuesto, también de mi experiencia personal.
Allá por el año 1984, yo tenía 14 años y estaba con las antenas paradas en toda la movida musical; los seguía a tipos como el Jota Morelli, Sebastián Peyceré, Luis Cerávolo, el Zurdo Roizner y tantos otros, hasta me dí el lujo de ver a Alfombra Mágica… obviamente no podía faltar la revista “El Musiquero”…y ya por entonces el trabajo del músico sufría el fuerte impacto de la novedad tecnológica: baterías programables y sintetizadores cada vez mas avanzados que ya comenzaban a reemplazar la tarea de algunos músicos (los mas afectados: los bateristas), no así los tecladistas que empezaban a edificar “su imperio musical” (por así decirlo) creo que eran los músicos que más trabajo tenían por entonces.
El mundo globalizado trajo de todo, cosas buenas y malas, pero en los 90s ya la falta de trabajo era generalizada y en especial en el rubro musical; no obstante habían mas oportunidades que hoy en día (esto no responde a un proceso político sino a uno de degradación paulatina) … evidentemente, lo económico + lo tecnológico produjeron cambios importantes… fíjense que si hablamos con músicos profesionales de los 60s, 70s y 80s hablamos con gente que vivía casi exclusivamente de tocar (sesiones de grabación y shows)… hoy en día ese privilegio corresponde a los músicos de orquesta (las pocas que hay) y algunos afortunados que acompañan a artistas conocidos.
Tanto en finales de los 80s como en los 90s, también las bandas emergentes pagaban para tocar y se hizo un negocio interesante donde ya, estas bandas, comenzaban a quedarse al márgen, pero todavía existía algo de movida.
Los finales de los 90s y toda esta primer década del nuevo siglo, nos ha recibido de una manera poco imaginable por los músicos; aunque cueste decirlo y/o reconocerlo “Cromagnon” fue el disparador de la miseria cultural que nos toca vivir hoy en día, la irresponsabilidad de unos y otros + el estado de fragilidad mental de empresarios, algunos músicos y parte del público que cree que todo es posible de cualquier manera y forma, marcaron el fin de la movida under y de muchos lugares que al menos daban un espacio a los músicos emergentes y a los profesionales que aún se daban el lujo de “cobrar algo por tocar”.
En mi caso personal, dejé hace muchos años de “pagar por tocar”, y aunque resulte extraño puedo darme el lujo de tocar igual e incluso de “trabajar tocando”, desde ya, que la frecuencia de los trabajos en la actualidad es a cuenta gotas y los lugares donde uno puede llevar sus proyectos sin que ello se transforme en un negocio para uno y no para todos, es difícil pero no imposible… yo siempre sugiero visitar los municipios y centros culturales que generalmente tienen muchas actividades donde se puede sumar lo que hacemos como músicos.
Del otro lado, y ya en la actualidad, no solo se desmantelaron cientos de boliches o pubs donde habitualmente se tocaba en vivo; sino que, casi como un monopolio, los pocos que quedaron realmente le quitan las ganas de tocar a los músicos cobrándoles cifras ridículas, exageradas y vergonzosas; prácticamente te alquilan el lugar como si se tratara de un salón de cumpleaños… aducen que el dinero se recupera con las entradas, pero muchos de ellos también “meten mano” en las entradas que vende la banda… sumémosle que el promedio de gente que mueve una banda under no supera las
Hagamos una cuenta rápida; hay un lugar en Palermo muy moderno y conocido y es, vaya Dios a saber por qué, la meta de muchas bandas…pues este lugar cobra unos $7000 para que se pueda tocar; entonces generalmente se juntan 3 bandas (que tienen que pagar no menos de $2300 cada una) con lo cual si la banda desea recuperarse de semejante gasto, debería vender 230 entradas a $10 o 100 entradas a $23 (cifra que lamentablemente, nadie va a pagar para verte) estos números solo para salir hechos con el gasto del lugar…no se les ocurra tomar una cerveza o intentar comer algo en el lugar (que te lo cobran sin piedad) y mucho menos pretender pagar el flete o los remises, para todo esto haría falta vender 100 entradas a $50…y no sé si no me quedo corto.
Así encontramos muchos lugares similares.
El otro día en un foro, una persona decía: “yo veo bien que se cobre a los músicos por tocar porque de última el pub te brinda un servicio” (¿acaso el músico no brinda un servicio?) … qué servicio? … tenemos generalmente, un encargado que te trata como si fueras la peor basura del universo; a veces nos topamos con un sonidista que se cree que es el sonidista de Pink Floyd y nos torura toda la noche con sus équivocos; vas a la barra y pedís una gaseosa y te la cobran como si fueses un desconocido … que tiene todo esto de “servicio”? si vos alquilás un pelotero te tratan 100 veces mejor.
Yo no veo mal que el lugar gane dinero y que de última a la banda se le cobre algo razonable que pueda recuperar en forma inmediata, pero realmente pagar fortunas (que muchas bandas tienen que hacer sacrificios enormes para poder subirse a un escenario “de cuarta” por 40 minutos a las
Cobra el encargado, el dueño, los mozos, el sonidista, SADAIC (¿?????????????), y el músico ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿qué?????????? …quién lleva el público al lugar?; quién consume dentro del boliche? … ¿Qué pasa si te roban los instrumentos?... ¿o si te matan a golpes a la salida del boliche? … el boliche te dá un seguro por todo esto?...
Por un lado, los músicos que vivimos de la música queremos que haya mas posibilidades laborales, que se pueda tocar y cobrar por ello (como en cualquier parte del mundo civilizado), y para los músicos que comienzan o para aquellos que tienen su proyecto musical y quieren difundirlo yo quisiera que hubiesen arreglos mas justos y que el músico, sea amateur, profesional o semi-profesional, tenga derecho a cobrar su dinero.
La dignidad la construimos entre todos, no es tanta la culpa del dueño del lugar si nosotros a pesar de todo vamos y ponemos la plata… en todo caso, si nos rendimos a esto, no nos quejemos más.